miércoles, 9 de abril de 2014 2 COMENTARIOS

Por qué odio WhatsApp


Desde hace bastante tiempo que he desarrollado una fuerte animadversión a esta aplicación de mensajería instantánea por los motivos que seguidamente mostraré. No me gusta absolutamente nada. ¿Por qué? Ahí va:

Whatsapp provoca adicción. Hace unos cuantos años era capaz de poder desempeñar y realizar cualquier tarea o hacer cualquier cosa sin tener que estar continuamente mirando mi móvil para verificar que no tenía un nuevo mensaje. Ahora (vivo) vivimos totalmente enganchados al teléfono hasta tal punto que sin él nos volvemos paranoicos. Nos es difícil (por no decir imposible) y nos provoca ansiedad no tener un smartphone de estos cerca. Me sorprendió ver cómo desvariaba la gente aquel día en los que los servidores de Whatsapp estuvieron caídos unas 3 ó 4 horas. La gente, al verse incomunicada, desesperadamente huyó despavorida hacia Telegram, otra aplicación de mensajes similar. Ay...

Whatsapp disminuye la productividad. Un día cometí el fallo (o el acierto, según se mire) de salir de casa de buena mañana camino de la Universidad dejándome el teléfono en mi habitación. En un primer momento pensé: "Ay, estoy incomunicado. No voy a poder hablar con la gente". [Modo "Ironía" ON] Me replanteé mi existencia ante tal fatalidad [Modo "Ironía" OFF]. ¡Cuan equivocado estaba! Al rato me di cuenta del porqué. Estuve todo el día tranquilo, sin preocupaciones, sin agobios por saber si me habían escrito algo importante, sin llamadas, sin soniditos de notificaciones de mensajes y sin distracciones por tener que estar mirando el móvil cada 5 minutos

En definitiva, ese día noté como aproveché más las horas de estudio por el simple hecho de no tener el telefonito delante. Os invito a que lo probéis: estad un día entero sin tocar el móvil y me contáis. Ya veréis lo tranquilos que estáis aunque podáis pensar lo contrario. Que no os vais a morir. 

Ah, cuando llegué por la noche tenía chorrocientos mil mensajes de la aplicación del demonio, cinco llamadas perdidas... ¡y hasta un SMS!

WhatsApp banaliza la comunicación. Ya que la aplicación "es gratis" (o casi gratis) y no pagamos en función de la cantidad de mensajes que enviamos (como sí pasaba con los SMS's), ahora mantenemos a través de nuestras pantallas conversaciones en muchos casos intrascendentes y verdaderamente inútiles que carecen de sentido e importancia. Véase ciertos grupos cuyo contenido se reduce a imágenes de humor, vídeos tontos e imbecilidades variaditas. WhatsApp no nos comunica, solamente nos conecta. Sin contenido, sin sentido. En resumen, como se titula cierto programa de radio: "Hablar por hablar"

WhatsApp no muestra nuestra expresividad. Hace bien poco mantuve con un buen amigo mío una breve charla mediante el uso de esta aplicación. Yo, intencionadamente, intenté mostrarle mi actitud jocosa haciendo como que me ponía serio ante cierto tema de conversación. ¿Cuál es el el problema? Que por escrito ya se sabe que es mucho más difícil mostrar la expresividad, los gestos, el estado de ánimo, la ironía o el sarcasmo que si lo hiciéramos de manera verbal.

Tal es así que, intentando que con mi falsa actitud seria pudiéramos echarnos unas risas, no solo no le hizo gracia sino que hasta le sentó mal mi seriedad debido a que pensó que estaba mosqueado de verdad. Para evitar problemas de este calibre mucho mejor sería que volviéramos a comunicarnos como hasta hace no mucho: cara a cara. Pero no, parece ser que ahora sale mucho más fácil hacerlo por móvil. Y ya ni siquiera por voz.

WhatsApp empobrece el lenguaje. Esto no es algo característico ni específico de Whatsapp, más bien desde que comenzó a ponerse de moda la comunicación mediante SMS. Cada vez escribimos peor y con más y mayores faltas de ortografía. Antes, con el SMS podía servir la excusa de que ahorrábamos letras para poder decir más con menos. Pero, ¿y ahora?

WhatsApp nos hace creer que ahorramos en la factura. Haz una cosa: encuentra una factura de hace 5 años y compárala con otra del mes pasado. ¿Seguro que ahora ahorras más? ¿O simplemente lo que te cobraban en llamadas y SMS's ahora te lo cobran en tarifa de datos? ;-)

Así podría seguir un buen rato más arguyendo mis motivos por los cuales le tengo este absoluto odio a WhatsApp. Extiéndase mis argumentos a aplicaciones similares como Telegram o Line. Estoy seguro que este tipo de aplicaciones de mensajería instantánea con un buen uso mesurado puede resultar beneficioso y útil. Pero por desgracia, creo que no es así. La tecnología no debería ser sinómino de involución tal y como parece ser que está ocurriendo -al menos en el campo de la comunicación- a pasos agigantados.

Si a día de hoy sigo con esta aplicación instalada en mi teléfono es porque parece ser que actualmente por desgracia es la única forma de comunicarme con mis allegados. Si eres joven y no tienes WhatsApp no existes, te miran raro.

Yo mismo me preguntaba hace tiempo cómo podían vivir nuestros familiares hace 25 años sin móviles. Ahora empiezo a cuestionarme cómo nosotros, hoy en día, podemos vivir tan esclavizados a la tecnología.

ShareThis

Vistas de página en total

 
;