domingo, 1 de septiembre de 2013 1 COMENTARIOS

Las prisas por ser senador

El Senado: esa cosa que nadie sabe para qué sirve, pero que ahí está.

Desde que estudié por primera vez la Constitución me sorprendió la cantidad de mentiras que ella contiene. Ya lo conté en este blog en un par de ocasiones (aquí y aquí). También me asombró leer los privilegios parlamentarios que poseen nuestros mandatarios. 

Y sobre eso precisamente voy a escribir hoy, para así intentar explicar los sospechosos movimientos de cierto cargo político.

Empecemos por explicar dichos privilegios. El Artículo 71.1 de la Constitución dice que: 
1. Los Diputados y Senadores gozarán de inviolabilidad por las opiniones manifestadas en el ejercicio de sus funciones. 

Vamos, que ellos pueden decir lo que les salga de los bemoles sin problema alguno. No se les puede apercibir de ningún modo por ello.

Justo debajo, el Artículo 71.2 y el 71.3 dicen lo siguiente:
 2. Durante el período de su mandato los Diputados y Senadores gozarán asimismo de inmunidad y sólo podrán ser detenidos en caso de flagrante delito. No podrán ser inculpados ni procesados sin la previa autorización de la Cámara respectiva.

3. En las causas contra Diputados y Senadores será competente la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo.

Aquí está el meollo de la cuestión. Según esto, los Diputados y Senadores son "intocables" y no se les puede detener, a no ser que se les coja con las manos en la masa mientras están matando a una persona o algún caso similar. 

Tampoco pueden ser imputados ni procesados judicialmente con excepción del Tribunal Supremo. Vamos, lo que es la inmunidad diplomática de toda la vida.

Con estos derechos de lujo, tanto el Senado como el Congreso son lugares idóneos para refugiarse si algún pez gordo tiene problemillas con la justicia, ¿no? Al menos, eso debe pensar José Antonio Griñán (PSOE) al que el Caso ERE le está empezando a soplar en la nuca. 

Jose Antonio Griñán
Este hombre renunció a la reelección como Presidente de la Junta de Andalucía y un tiempo después anunció que dimitía de dicho cargo. Ahora, a contrarreloj, quiere convertirse en senador nacional.

¿Por qué? Bien, se comenta que hay posibilidades de que la Juez Alaya (la que instruye el caso de los ERE) proceda a imputarle a finales de septiembre. Y Griñán no es tonto. Sabe que un escaño en el Senado le puede servir de escudo para así evitar una posible imputación en el Caso ERE. Porque como he dicho antes, un Senador goza de inmunidad y sólo puede ser jugzado por el Tribunal Supremo. Y el caso ERE está siendo investigado por un Juzgado de Instrucción de Sevilla que, obviamente, no es ni de lejos el Tribunal Supremo.

Así que, si alguna vez te preguntan para qué sirve el Senado, ya sabes qué has de responder.

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